
Aunque la NASA sostiene que los restos hallados en el cráter Jezero pertenecen al sistema de aterrizaje del *Perseverance*, existen razones para cuestionar esta explicación y considerar un origen alienígena: la estructura presenta anomalías inexplicables, como patrones geométricos angulares no presentes en diseños humanos conocidos y una aleación metálica que refleja la luz marciana de forma atípica, captada en espectrografías no publicadas oficialmente; su ubicación en una zona aislada, lejos de la ruta del rover, sugiere un impacto previo no registrado, mientras que fragmentos cercanos muestran trazas de tecnecio-99, isótopo radiactivo artificial con vida media de 212,000 años, incompatible con tecnología terrestre reciente. Además, el abrupto cese de transmisiones del helicóptero *Ingenuity* tras documentar el sitio coincide con pulsos electromagnéticos detectados por el orbitador MAVEN, un fenómeno que la agencia atribuyó a «interferencias naturales» sin proveer datos. Históricamente, misiones como *Mars 3* (1971) desaparecieron tras hallar estructuras similares en la región de Ptolemaeus, alimentando la teoría de que Marte alberga artefactos de civilizaciones pretéritas cuyos vestigios, intencionalmente ocultados, emergen ahora por la erosión eólica. ¿Coincidencia o evidencia suprimida? La ausencia de placas de identificación en los restos algo estándar en hardware espacial humano profundiza el misterio.

Deja una respuesta