
El susurro del bosque vacío En un pequeño pueblo rodeado de densos bosques, existía una creencia arraigada entre los habitantes: nunca debían entrar en el Bosque de los Susurros al caer la noche. Aunque pocos sabían el origen exacto de esta superstición, las historias que se contaban eran suficientes para mantener a todos alejados. Se decía que los árboles susurraban secretos de otro mundo y que quienes escuchaban esos susurros quedaban marcados para siempre. Una noche, un joven llamado Marcos, escéptico de las leyendas, decidió desafiar las advertencias y aventurarse al bosque. Armado con una linterna y un espíritu curioso, creyó que no encontraría más que árboles y sombras. Pero tan pronto como cruzó el límite del bosque, notó algo extraño: el silencio absoluto. Ni un solo pájaro, ni el sonido del viento entre las hojas. A medida que avanzaba, comenzó a escuchar un leve murmullo, como un coro distante. Pensó que era su imaginación, pero los susurros se hicieron más claros. Una voz parecía pronunciar su nombre: «Marcos…». Sintió un escalofrío y trató de ignorarlo, convenciéndose de que eran los ecos de su mente. Sin embargo, la voz creció más fuerte, más insistente, hasta que se convirtió en un grito que reverberaba en su interior. De repente, la linterna parpadeó y se apagó. La oscuridad lo envolvió, y entonces lo vio: una figura oscura, apenas visible, que parecía surgir de entre los árboles. Sus ojos brillaban como brasas, y su forma parecía cambiar, como si no perteneciera a este mundo. Marcos quedó paralizado mientras la figura extendía una mano hacia él. En un instante de desesperación, logró encender la linterna nuevamente. Al hacerlo, la figura desapareció, y los susurros cesaron de inmediato. Sin perder tiempo, corrió de regreso al pueblo, dejando atrás el bosque y jurando nunca volver. Desde esa noche, algo cambió en Marcos. Aunque nunca habló de lo que vio, los habitantes notaron que su mirada era diferente, como si llevara un secreto que nunca podría compartir. Y cada vez que pasaba junto al Bosque de los Susurros, parecía que los árboles volvían a susurrar, aunque esta vez, nadie más podía escucharlos.🌲👻

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